Treinta y Nueve
Tres amigas de cuarenta años se enfrentan a la prueba más grande de toda su vida. Luego de toda una vida juntas, una de las chicas es diagnosticada con cáncer de páncreas. Como bien sabemos, la tasa de mortalidad de este cáncer es superior al 90%. Cuando ella es diagnosticada, fue orientada respecto al tiempo que tenía de vida y también sobre su tratamiento. La decisión tomada cambia por completo el rumbo de sus vidas.
Los que hemos tenido familia con cáncer sabemos lo que se siente: la impotencia de no poder hacer nada para aliviar sus dolores, por evitarles preocupaciones y por no poder curarlos. Cuando el cáncer está en etapa 4, es difícil que una persona logre sobrevivir, pero aun así, los médicos quieren hacer tratamientos costosos y dolorosos que, muchas veces, imposibilitan al paciente de realizar cosas cotidianas. En un acto egoísta, queremos que se traten para tratar de curarlos, aunque sabemos que eso es prácticamente imposible, pero no pensamos en lo que el paciente quiere.
Cada decisión tomada por personas enfermas debe ser respetada aunque no sea compartida, porque solo ellos saben lo que quieren para su vida, solo ellos son dueños de su tiempo y de su cuerpo. Apreciar en un drama lo que viven las personas a su alrededor, pero también estar dentro de sus pensamientos y contrastarlo con los de los demás es algo impactante y de mucho aprendizaje.
Es un drama muy doloroso de ver, te hace replantearte tu vida, valorar a quienes están, compadecerte y extrañar a los que, a su vez, partieron de este plano terrenal. La relación principal es la amistad en su estado más puro. Como una persona que no tiene tu sangre y es tan diferente a ti, te ama y te valora incondicionalmente. Aprender a escoger quienes nos rodean es una de las cosas más importantes, porque puede que esas personas sean las que sujeten tu mano cuando sueltes tu último aliento.